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La escuela y las relaciones interpersonales


Si hacen una reflexión acerca de lo que tratan la mayoría de sus conversaciones se darán cuenta que tienen que ver con sus relaciones interpersonales: el inicio de una nueva relación, las aventuras con sus amigos/as, los conflictos interpersonales o la falta de relaciones y sus consecuencias. El punto es que la gran mayoría de las veces se habla de la conexión social y la razón es que somos seres profundamente sociales; de hecho, gran parte de la identidad individual se construye a partir de la comunidad. Por ejemplo, se descubre la capacidad de amar, amando al “otro”. El Ser altruista no tendría sentido sin la existencia de los otros.


En el siguiente artículo se analizará la importancia que tiene la conexión social para los jóvenes dentro de la etapa escolar y la travesía que implica el transitar del ser individual hacia el ser social.



El viaje del Yo al Yo-Tú


El primer contacto social es la familia nuclear-papá, mamá, hermanos-, y la segunda experiencia social es la escuela. En la escuela el niño se relaciona con sus maestros/as y con sus pares, ya no solo con papá y mamá que tienen un amor incondicional y consecuentan muchas cosas. Los pares se relacionan por afinidades y por el valor que les aporta el vincularse con el recién llegado a la escuela. El niño nuevo está acostumbrado a recibir y no sabe cómo aportar, ni siquiera es consciente que ahora él tiene que aportar para ser valorado y aceptado. En algunos casos el aporte de valor se da naturalmente, pero en otros no es así y es cuando adquiere mucha relevancia el desarrollo de habilidades y comportamientos para facilitar la conexión social; en caso de no desarrollar esta consciencia social muy probablemente acabará siendo excluido.


¿Qué es la conexión social?, es el establecimiento de vínculos de confianza y sentido de pertenencia; es sentirse aceptado y apreciado por lo que uno es y no por lo que la sociedad marca que seas. Constantemente los seres humanos están enfrentados al dilema de ser uno mismo o sucumbir a las expectativas sociales. Una condición esencial para lograr esta conexión es cuando se alinean los objetivos individuales con los objetivos de grupo. De ahí la importancia de saber identificar qué cultura organizacional es la que ayuda al niño a expandir su potencial y cuál lo restringe. No todos los círculos sociales convienen a todas las personas.


En cuanto se logra establecer una conexión social positiva, se construye un ambiente psicológicamente seguro en donde la persona se siente libre de amenaza para poder experimentarse en su ser genuino y desde el ser genuino es de donde se aporta valor. Para alcanzar una conexión social positiva, los niños han de desarrollar la capacidad de vincularse con sus pares; por cierto, no todos lo pueden lograr de forma automática y esta es la razón por la cual es imperativo construir, dentro del diseño curricular de una escuela, experiencias de aprendizaje que faciliten el desarrollo de habilidades sociales.


Todo vínculo implica transformación y no todos están preparados para transformarse; lo desconocido en mayor o menor medida causa incertidumbre y miedo. Cuando el niño se expone por primera vez con otros niños, a diferencia de su círculo familiar, se da cuenta de que no es aceptado y querido por el simple hecho de existir; en los círculos externos hay que aportar valor a los compañeros. El aporte de valor significa…”cómo le ayuda a convertirse en su mejor visión de sí mismo el relacionarse conmigo…”, no se refiere a un valor instrumental o utilitario. El niño entra a la escuela con un enfoque egocentrista, sus necesidades son las únicas presentes en su campo perceptual y mamá y papá muy incondicionalmente las satisfacen. En la escuela, para vincularse el primer paso es salir de esa visión egocentrista y transitar hacia una visión vínculo-centrista. Soy el que soy a partir de lo que soy, lo que eres y lo que estamos siendo. Los niños que se adaptan a las nuevas condiciones del contexto toman distancia del enfoque egocentrista y con mayor o menor reserva se permiten experimentarse en la relación con sus pares. Hay muchos casos en donde el estudiante tiene una rigidez (“fixed mind”) aprendida y no se adapta; acto seguido entra en un círculo vicioso en donde es excluido y por la exclusión se encierra cada vez más en sí mismo y acaba siendo más excluido.


Está totalmente comprobado que gran parte del éxito entendido como la habilidad para convertirnos en la mejor visión de uno mismo radica en el capital social que logramos a lo largo de la vida. El capital social es la capacidad de “hacer” que desarrolla la persona dentro de su inventario de vínculos interpersonales significativos. Es decir, lo que se logra a partir de la colaboración y la co-construcción y que sin estos vínculos no se lograrían de manera individual. El capital social es un activo de suma importancia para conseguir el éxito personal.


En la gran mayoría de los colegios se asume que todos los estudiantes tienen desarrolladas las habilidades para entrar en relación con sus compañeros y esto no es así. En un estudio de análisis de redes organizacionales se reveló que el 28% de los estudiantes no tienen ni un solo vínculo de confianza o están siendo víctimas de acoso escolar. Desde mi punto de vista, el que casi la tercera parte de los jóvenes no tengan conexión social positiva es un fracaso en uno de los objetivos principales de la escuela: la socialización. Es imprescindible que el sistema educativo tradicional ponga la mira en el desarrollo de las habilidades sociales y no solo en el desarrollo cognitivo de los estudiantes. De hecho, me atrevo a decir que el sistema tiene una tendencia a premiar el rendimiento académico sin importar el rendimiento social.


Los alumnos que no tienen una experiencia social positiva enfrentan altos niveles de ansiedad, depresión, desórdenes alimenticios y aunque algunos puedan sacar buenas calificaciones, no se hacen competentes en el conocimiento ya que no lo pueden aplicar en el tejido social. Además, se afectan algunas funciones ejecutivas como la atención puesto que ésta está dirigida hacia la ansiedad y no a la construcción del conocimiento y la toma de decisiones.


En resumen, las relaciones interpersonales significativas son necesarias para el sano desarrollo del potencial humano; el no tenerlas afecta profundamente al crecimiento personal y al desempeño en la vida. Es de suma importancia que en la escuela se desarrollen experiencias de aprendizaje para entrenar a los alumnos en la construcción de relaciones interpersonales significativas. Si la escuela sigue orientada solo a la parte cognitiva, seguirán los altos porcentajes de jóvenes que no satisfacen su necesidad social y seguiremos como sociedad enfrentándonos a las consecuencias. Recordar que no todos tienen la capacidad en todo momento de construir redes de apoyo, como formadores no podemos obviar esta situación.


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